domingo, 1 de janeiro de 2012

Respostas criativas à crise da atualidade; em esp.

2011, Un año entre mundos

OpenDemocracy

Una profusión de proyectos innovadores guiados por una ética de colaboración abriga la posibilidad de respuestas creativas a la crisis múltiple que hoy se vive

Ha sido un año extraño. Por un lado, el 2011 fue el año más sombrío de las últimas décadas. Estamos en medio de una crisis económica global sin final a la vista y la clase política parece tener pocas ideas sobre qué hacer al respecto. Además, un conflicto grave en Oriente Medio sigue siendo altamente probable y, por otro lado, parece imposible detener el catastrófico cambio climático.

Pero, al mismo tiempo, no recuerdo ningún año tan fascinante y creativo como el 2011. La Primavera Árabe, el movimiento Ocupar y una profusión de proyectos innovadores parecen indicar que estamos atravesando una época de una innovación excepcional. Hay una porción sustancial de la humanidad que no se queda de brazos cruzados ante la crisis.

¿Cómo debemos entender esta extraña dualidad de esperanza y desesperación? Se puede observar la situación con los anteojos del cinismo, el cual conduce a la conclusión de que la innovación social y la protesta poco pueden hacer para torcer el rumbo inevitable hacia el colapso económico y social. Las acciones de la policía contra el movimiento Ocupar, el avance de la extrema derecha en Europa y en Estados Unidos, y el fundamentalismo islámico en todo el mundo señalan que es probable un cambio hacia la opresión brutal.

Ese punto de vista pesimista no carece en absoluto de fundamentos pero, por otro lado, tampoco captura la naturaleza irónica de la situación actual ni las posibilidades inherentes a ella.

Pero considere lo siguiente: uno de los supuestos fundamentales de la derecha neoliberal es que el Estado se retire de la sociedad y que el espíritu empresarial se mueva con libertad en el mercado y en el sector voluntario. Ése es el principio detrás de la “gran sociedad”, la idea (o al menos la consigna) sostenida por el primer ministro británico, David Cameron. Se podría argumentar que la proliferación de iniciativas independientes y de abajo arriba de los indignados reivindica el libremercado, ya que las personas de todo el mundo pierden la fe en la protección que el Estado pueda brindarles y llenan el vacío con nuevas formas de organizar la sociedad.

También piense en esto: en las últimas décadas, los apóstoles del libremercado en Occidente han instado a los individuos a adaptarse a la desregulada “economía del conocimiento”, aceptando el cambio y la inseguridad creativa. Eso están haciendo ahora los que están a la vanguardia de la ola de innovación. No puedo imaginar a nadie mejor para trabajar en una corporación moderna que a un activista de Ocupar, puesto que esas personas son evidentemente expertas en colaboración, aprendizaje autodirigido y visión guiada por el cambio.

Ni los defensores del libremercado ni los insurgentes en su contra parecen reconocer esta irónica convergencia. Todos deben ser cuidadosos de lo que desean, o puede volverse realidad el capitalismo de libremercado, que efectivamente puede dar rienda suelta a la creatividad empresarial, pero una creatividad basada fundamentalmente en valores distintos. El activismo y los movimientos por el cambio pueden crear nuevas formas de ser, pero en el proceso es probable que surja una serie de habilidades y competencias que podrían ser absorbidas por el mercado.

PENDIENDO DE UN HILO

Esta situación puede parecer la revancha de la historia: una clásica contradicción marxista entre la base económica y la superestructura cultural-institucional. Pero es una contradicción cuyo rumbo todavía no podemos precisar. Es posible que el capitalismo neoliberal colapse bajo el peso del empresariado activista que él mismo produjo, y que, en definitiva, resulte ser el nacimiento genuino de un nuevo tipo de sociedad. Es probable que el empresariado activista se vigorice con el tiempo y renueve el sistema capitalista, y posiblemente lo que ahora vemos no sean más que los dolores de parto de una generación adaptándose a una nueva y áspera forma de capitalismo.

De cualquier manera, es vital que entremos a 2012 con los ojos bien abiertos. En los extraños días de 2011 era frecuente no saber si estar increíblemente atemorizados o si ser abiertamente optimistas. 2012 puede ser el año en el que, finalmente, descubramos qué emoción es la más adecuada.

Todavía queda todo por jugarse. Tal vez eso es lo más extraño de 2011: el sentimiento de que el futuro pende definitivamente de un hilo. No estamos acostumbrados a este tipo de escenarios. La Guerra Fría congeló el mundo en un conflicto binario, y el capitalismo global triunfante que le siguió fue predicado petulantemente como algo inevitable. La última vez en la cual el futuro del mundo parecía tan difícil de predecir fue durante las décadas de 1930 y 1940.

Puede no ser un precedente alentador, pero debemos considerar qué estrategias nos pueden ayudar a sobrevivir a la agitación venidera. La mejor lección que nos presentan los años 30 y 40 es que, incluso en medio del conflicto, podemos mantener un ojo puesto en el futuro (piense en el Estado de Bienestar planeado por William Beveridge al mismo tiempo que estallaba la guerra). Pero la peor enseñanza es que el conflicto ideológico sólo pueda resolverse mediante la aniquilación de un lado o del otro.

Justamente, en esta última cuestión, el movimiento Ocupar y fenómenos similares tienen mucho para ofrecernos, en el sentido de que hasta ahora han evitado la cerrazón ideológica y las luchas internas. Si este movimiento difuso puede mantener su apertura y flexibilidad, y al mismo tiempo continúa inserto en la vida social y política, habrá más razones para desear -en lugar de temer- la llegada de 2012.

Fuente: http://www.opendemocracy.net/keith-kahn-harris/2011-year-between-worlds

Europa neoliberal: mais pobreza, menos salário, menos educação, mais privataria...

Más Europa neoliberal, más paro, más pobreza, más desprotección social



Los pasados 8 y 9 de diciembre tuvo lugar en Bruselas un nuevo Consejo Europeo, en el que participaron los presidentes de gobierno de los 27 estados de la Unión Europea, así como las autoridades de la Unión. Mucho se ha hablado de lo ocurrido en dicho Consejo. Sin embargo, en los medios de comunicación se ha resaltado más la falta de acuerdo del gobierno de Reino Unido que los contenidos reales de lo decidido en dicha cumbre.
Los gobiernos de la Unión Europea, con el “liderazgo” de Merkel y Sarkozy, se han enfrascado en la aplicación de las políticas de recorte más radicales. Las medidas que se han planteado en los últimos años se han venido justificando como las necesarias y dolorosas recetas para salir de la crisis.
Sin embargo, es evidente que las políticas antisociales que se están poniendo en marcha:
  • Están agravando la crisis. La Unión Europea está entrando en una recesión. Esto ya nadie lo pone en duda. Es decir, el argumento de que así se sale de la crisis es falso.
  • Están suponiendo un empobrecimiento generalizado de la mayoría de la población. Aumenta el paro; los trabajadores y trabajadoras pierden poder adquisitivo, se precariza su empleo de distintas formas; las pensiones se congelan o incluso se recortan; otras prestaciones sociales siguen por el mismo camino y se anuncian nuevos recortes; se plantea extender y ampliar el copago sanitario, como acaban de hacer en Portugal.
  • Las políticas de privatización y subcontratación hacen que una minoría haga negocio con las necesidades de la gente.
  • Están destruyendo países enteros. La situación de Grecia, Portugal, Irlanda es tremendamente grave. A estos hay que sumar lo ocurrido o lo que puede suceder en Italia o España. Pero no es una lucha entre países. En todas partes (Francia y Alemania incluidas) las clases populares están pagando las consecuencias de una política inmoral.
  • Llevan a un descrédito absoluto de la clase política, que deja de ser representativa de la sociedad. Entre quienes tienen opción de gobernar no hay diferencias. La negativa de la existencia de alternativas lleva a una crisis política de gran calado.
Las políticas neoliberales de recortes presupuestarios que se han venido decidiendo por los Jefes de estado de la Unión, apoyadas por la Comisión Europea, nos están llevando a una catástrofe económica, social y política. La Europa actual cada vez se parece más a la América Latina de los años 90. Las políticas que se están aplicando son las mismas que se aplicaron en dicho continente en esa época. La Unión Europea ha sacado a pasear incluso al Fondo Monetario Internacional, cuyas tristemente famosas políticas de ajuste estructural son las que rigen la actual política europea.
Es necesario un cambio radical de las políticas de los gobiernos de la Unión Europea. Pero las conclusiones del Consejo Europeo del 8 y 9 de diciembre son para echarse a temblar. En el mismo los gobiernos de la Unión Europea se ratifican en todo lo hecho hasta ahora, y se conjuran para dar una nueva vuelta de tuerca en la misma dirección. Es un empujón más hacia el precipicio de la descomposición social europea.
Los elementos más sustanciales de lo aprobado en dicha Cumbre están en la “Declaración de los Jefes de Estado y de Gobierno de la Zona del Euro”. En este documento los gobiernos se reafirman en la política aplicada y decidida en los últimos años. Y dicen que se basarán en lo decidido en los últimos 18 meses. Citan, por ejemplo, el Pacto por el Euro Plus, que no es sino la adopción de una serie de medidas para reducir los salarios, aumentar la flexibilidad laboral, recortar las pensiones y otras prestaciones sociales, e impulsar el recorte de las prestaciones sanitarias y el copago en las mismas.
El nuevo pacto presupuestario acordado supone que los gobiernos se comprometen a establecer una nueva norma presupuestaria, que obligue al equilibrio o al superávit presupuestario (el déficit estructural no podrá superar el 0,5% del PIB, frente al ya restrictivo 3% del Tratado de la Unión). Esta nueva norma incorporará, además, mecanismos de corrección automáticos, que se activarán si se supera dicho nivel de déficit.
Llama la atención que los gobiernos hayan decidido permitir que se les intervenga. Han decidido que sea la Comisión Europea la que decida los principios del mecanismo de corrección, que la Comisión y el Consejo acepten (o no) y supervisen los programas de ajuste y los plantes presupuestarios de los gobiernos que estén siendo objeto de un procedimiento por déficit excesivo (en la actualidad la práctica totalidad de los de la Unión Europea). También han acordado que la reducción del déficit público se hará en cada estado siguiendo el calendario propuesto por la Comisión. La Comisión impondrá a los gobiernos sanciones económicas y las medidas que esto gobiernos han de adoptar, salvo que una mayoría cualificada de estados miembros se opongan a ello.
De este modo los estados ceden soberanía y dan poder de control a la Comisión y al Consejo, pero con un claro objetivo: aplicar la disciplina presupuestaria y justificar los recortes presupuestarios y de derechos laborales y sociales en base a una supuesta obligación europea. Es necesario resaltar la responsabilidad política de los gobiernos en este tema. No se trata de un modelo aséptico. Es un modelo que trata de alejar la responsabilidad de los espacios en los que la sociedad está organizada, para evitar la respuesta social.
Respecto al Mecanismo Europeo de Financiación (por el que se quieren destinar 500.000 millones de euros para “rescatar” gobiernos) hay que destacar que los gobiernos han aprovechado para, respecto a la participación del sector privado (es decir, el impago de la deuda pública a entidades financieras privadas), señalar que se adhieren “firmemente a las prácticas y principios consagrados del Fondo Monetario Internacional, lo que quedará reflejado sin ambigüedad…Reafirmamos con claridad que las decisiones adoptadas…sobre la deuda griega tienen un carácter único y excepcional; se incluirán cláusulas de actuación colectiva normalizadas” para que eso sea así. Es decir, se comprometen a impedir el impago de la deuda, que es una medida que en nuestra opinión debe aplicarse si se considera que dicha deuda es ilegítima, tras un proceso de auditoría pública con participación social.
En todo caso, la hipocresía de esta construcción europea se evidencia al contraponer la rapidez con la que el Banco Central Europeo ha decidido prestar 500.000 millones de euros a las entidades financieras al 1% (sin condicionar en absoluto su labor) con la lentitud con la que se está discutiendo dicho Mecanismo de Financiación, que lleva meses en debate, y con las condiciones que se ponen a los gobiernos para prestarles dinero. El colmo es que el Banco Central Europeo no presta a los gobiernos, pero presta a los bancos al 1%, para que éstos les presten a los gobiernos al 5 al 6 o al 7%. Es evidente al servicio de quienes están las instituciones europeas.
Los gobiernos de la Unión dan la espalda a las necesidades y a las luchas de los pueblos. Señalar, como lo hacen, que se congratulan de las medidas adoptadas por Italia, del compromiso del nuevo gobierno griego así como del positivo avance logrado por Irlanda y Portugal en aplicación de sus programas, es afirmar que están muy contentos con los nefastos efectos económicos, sociales y políticos de sus políticas. Es necesario movilizarse para cambiarlas, ya que la clase política dirigente europea nos lleva al empobrecimiento generalizado.
Idoia Intxaurbe y Mikel Noval son miembros del Gabinete de Estudios de ELA
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

O Natal dos banqueiros na Europa

O Natal dos banqueiros na Europa

Por Jorge Cadima, no sítio português O Diário:

O Banco Central Europeu deu uma prenda de Natal aos colegas banqueiros: a oferta ilimitada de crédito à banca por três anos, com juros de apenas 1%. A banca pode emprestar esse dinheiro – com juros bem maiores – aos governos, enchendo o sapatinho à custa do contribuinte. O retomar deste escandaloso negócio veio acompanhado de mais prendas: foram diminuídas as exigências de reservas (que a banca tem de ter na sua posse) e flexibilizadas as regras para as garantias bancárias junto do BCE (Telegraph, 20.12.11): a banca pode despejar no BCE mais «papel tóxico» de valor nulo.



Num único dia, mais de 500 bancos foram buscar quase 500 mil milhões de euros. Um economista citado no Telegraph (21.12.11) diz que o montante emprestado "é equivalente a quase 1,5 vezes os títulos de dívida que a Espanha e a Itália terão de emitir em 2012". Para os estados só há dinheiro com juros usurários, em troca de sangue, suor e lágrimas. Para a banca, o dinheiro corre como champanhe. Como seria de esperar, as bolsas e mercados "de risco" tiveram um dia de "exuberância" (Telegraph, 21.12.11).

Se o Natal da UE para os banqueiros foi uma borla no casino, para os povos é bem amargo. Os portugueses sabem-no bem. E a Comissão Europeia também: segundo o Financial Times (23.12.11) "um novo estudo encomendado pela Comissão Europeia […] afirma que as medidas de austeridade concretizadas em Portugal em 2010 foram 'claramente regressivas', fazendo com que nas famílias mais pobres a redução dos rendimentos disponíveis tenha sido maior, em proporção, do que nos lares mais ricos".

Um gráfico que acompanha a notícia indica que nas famílias mais pobres com crianças, a quebra foi da ordem dos 9%. Mas exigem mais. Dos martirizados gregos querem dezenas de milhares de despedimentos no sector público, mais cortes de salários e privatizações. Na Irlanda – onde já cortaram os salários da função pública em média 14% – haverá novos "cortes orçamentais de 3,8 mil milhões de euros – mais perturbações no sector público, cortes no subsídio de família, propinas estudantis drasticamente mais altas, e um aumento do IVA para 23%" (Telegraph, 5.12.11). A chanceler Merkel elogiou a Irlanda como um "magnífico exemplo" para a saída da crise. Mas os dados mais recentes referem uma queda do 1,9% no PIB do 3.o trimestre (12,5% desde o início da crise) e desemprego nos 14,3%.

Quem acredita na propaganda da UE não perceberá porque se insiste em políticas tão desastrosas. É simples. Há quem lucre com a miséria dos povos. A luta de classes, longe de ser uma coisa do passado, nunca foi tão intensa em solo europeu desde os tempos do nazi-fascismo. Mas há outro dado: as classes dominantes revelam-se incapazes de controlar a sua crise. Foi elucidativo o espectáculo de ataques mútuos entre ingleses e franceses após o fracasso da Cimeira Europeia (um vice-editor do Daily Telegraph, Jeremy Warner, fez um post de título «o único problema da França é que está cheia de franceses», 16.12.11).

Perante o desastre anunciado, todos sacodem a água do capote. O «pai da Europa» Jacques Delors diz agora que «o euro estava condenado desde o início» (Telegraph, 2.12.11). Até o CEMGFA dos EUA, General Dempsey, declara que «a zona euro está em grande risco» e que os EUA estão «muito preocupados […] com a possibilidade de distúrbios nas ruas e da desintegração da união» (Press TV, 9.12.11). Neste quadro, o MNE francês Juppé veio pôr água na fervura das relações franco-inglesas, frisando a convergência «na abordagem da crise na Líbia, Irão e Síria», anunciando uma cimeira militar bilateral, referindo os avanços na «criação de um drone [avião militar não tripulado] conjunto» e «de um programa conjunto de simulação de armas nucleares», domínio referido como estando «no coração do coração da soberania nacional» (Telegraph 22.12.11).

Pois. Quando não sabem o que fazer, preparam a guerra. A pretexto de programas (reais ou falsos) de armas nucleares que, nas mãos de terceiros são «intoleráveis», mas nas mãos dos estados controlados pelo grande capital financeiro são «o coração do coração da soberania nacional». Essa mesma soberania nacional que o presidente da UE, Van Rompuy, diz «ser preciso sacrificar para se estar numa zona euro credível» (Televideo RAI, 30.11.11). Tudo contraditório? Nem por isso. É preciso é ter os óculos certos para ver a realidade da UE do grande capital.